29 de mayo de 2011

¿Dónde coño estabas?


tan tan tan TAAAAN titotitotitotiiiiiiiiiiiiiiiiiiin

Ni muerta ni de parranda.

O bueno....

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2 de enero de 2011

Say goodbye, my lover.

Me retiro el pelo de la cara y miro por la ventana. Tengo café, tengo cigarros, tengo palabras, tengo todo el tiempo del mundo y ahora, justo ahora, me faltan minutos y escaleras. 
Tus ojos conocen todas las pieles que yo desconozco y quizá desconozca siempre. Está bien, yo siempre me río, yo miro a través de los números, lo mismo me vale un sombrero que un embudo, cazo el tiempo en tus labios, me envuelvo en este no sé qué de luces y tráfico. Nereida dice que igual no está tan bien, pero también dice algo de unas riendas y que no es Dios. No, yo tampoco. Y que si te empeñas me voy ¿Pero a dónde? Continuar mi eterna huida está bien pero ahora que la calma inunda la casa y los perros han dejado de ladrar... Me pregunto por cuánto te desangras, qué tengo que decir para... ¿está todo escrito, de verdad? Entonces ¿esta maraña de letras que ahora escribo han sido ya pensadas? Lo mismo pero expresado de diferente forma, claro, y blablablá. Siempre blablablá.

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El aviador sobrevuela el mismo peligro. Observa el tráfico desde su altura, ve paisajes de árboles y casas vacías. Terreno vetusto. Se acuerda de su abuela haciendo sopa y también de Mariluz mirándole desde el cristal, tan ajena a su mundo como inherente a él. Mariluz siempre estuvo sin estar, como ese marca páginas viejo que dejas dentro del cajón, como una frase subrayada en un libro impreso en el 69, calles perdidas de Madrid con números 19 clavados en sus puertas. Segovia es más bonito desde arriba, se dice, y por la radio le comunican que la base de Torrejón está lista para el aterrizaje. Se siente un loco con su cabeza entre los auriculares y vuelve a recordar a Mariluz, esta vez desnuda y de espaldas, mirando por la ventana. Mariluz de sonrisa triangular y labios finos. Mariluz bebiendo capuccino. Mariluz sentada en la hierba. Mariluz manteniendo una conversación seria con una farola. Está bien así, ya no tengo de qué preocuparme, está por ahí, en el suelo, cruzando vidas y absteniéndose de preguntar en las reuniones de antiguos alumnos, y yo aquí arriba, para luego bajar y preguntarme qué coño hará Mariluz este fin de semana. Soy un escalador que va más allá, subo para volver a bajar pero me mantengo flotando en el aire. Me pregunto si es esto lo que me llena. ¿Por qué me saqué el carnet de piloto? ¿Por qué aviones y no....motos? Supongo que por impresionar. Pero es un suponer, claro, habría que preguntarle a Roberto para que me contestara sincera e imparcialmente, como sólo él sabe hacer. Qué fría la vida de Roberto... O bueno, quizá sea la mejor forma de vivir y no volando como yo. No soy nadie para retenerla, puedo ser un presumido pero raramente se me tachará de egoísta. Y es raro porque suele ir ligado pero... Las doce, vale, dejo el trasto en la base y me voy donde Carla. ¿Por qué Carla y no Mariluz? No se ha ido pero tampoco está aquí y este limbo me mata. Me acuerdo de cuando estábamos completamente ligados, ¿fue el cambio de siglo lo que nos trastornó? ¿cuándo dejamos de crecer? Tengo que irme, nena, antes de que sea demasiado tarde. Mañana sin falta te envío mi carta. Si me quieres encontrar búscame en el hotel los Ángeles, el norte siempre me vino bien y tú lo sabes. 

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Y como el aviador que sobrevuela, tiro todos los pesos por la ventana y miro al horizonte. La tierra es redonda y gira. He dejado el miedo dentro de cualquier par de pupilas en el metro. Ya no puedo fumar en los bares. The times are a-changing. Ya no me queda nada aquí. El número de entradas se ha visto terriblemente reducido -he borrado dos años y medio de blog- y ya no queda café en la cafetera. Como es el momento de romper con todo también rompo con esto. Gracias a los que visitaron estas letras, a los que enviaron besos y palabras desde cualquier parte del mundo. A los que me arrancaron sonrisas y a los que también me arrancaron gritos y caras de circunstancia. No dejo ninguna referencia sobre hacia dónde me voy, supongo que si hace falta nos cruzaremos debajo del puente o en la esquina de Fernández de los Ríos con Isaac Peral. Un domingo cualquiera, como hoy.